Buenas tardes lectores, después de mi largo letargo los dejo con mi nueva historia, que se titula :
Un ángel sin alas.
Los dejo con el Prologo, capitulo 1 y 2... (y continua, se irá actualizando)
- PROLOGO INTRODUCTORIO. “Voluntad”
Si
aún puedo decir que tengo corazón, es frío como el hielo, sin deseos, ni
miedos.
No tengo otra cosa por que
vivir, que arrastrar lo puro a consumirse con pecados…
Porque es lo único que me
saca una sonrisa… que me divierte… que me entretiene mientras que monótonamente
pongo un pie delante del otro, por los siglos de los siglos…
Un
ser insensible, incapaz de sentir remordimiento, incompetente de hacer algo por
alguien más que sí mismo, un ser egoísta… un insaciable sin remedio…
No
soy más que un usurpador, un tramposo, movido por la envidia de todo lo que
carezco, que por más que intentase jamás podría tener, por que no tengo
anhelos, ni tengo alma que llenar.
Sigo
con mis oscuros planes, los que no han cambiado desde hace miles de años,
completamente orgulloso de que sigo cayendo, llevando conmigo todo lo que
acaricio lujuriosamente, porque mi codicia no tiene parámetros, ni tengo
voluntad para cambiarlos, porque soy perezoso, completamente indolente.
Fue
entonces, mientras seguía profanando lo que alguna vez fue un lienzo en blanco,
que te cruzaste en mi camino. Esos cabellos oscuros y esos ojos claros, un aura
celestialmente piadosa, un caminar angelical y una sonrisa divina; por donde
quiera que la mire era incluso muy brillante para mis ojos, acostumbrados a
estar en la oscuridad por la eternidad.
Cuando
el lienzo que tenía ya estaba negro y podrido, era necesario buscar uno nuevo;
fue entonces que te volví a ver, por alguna razón, tus ojos podían leer mi
mente como un libro, pero por una razón aún más extraña, en vez de alejarte, me
sonreíste con cariño y me pediste te siguiera. Y eso hice, totalmente cegado te
seguí sin importarme a donde fueras, yo también quería ir.
Fue
entonces cuando me di cuenta, la primera vez que quise algo, que tuve un deseo,
que me emocionaba por algo que no fuese una crueldad. Realmente yo quería,
seguirte a donde fueras.
Por
un tiempo fui tu compañero, fui contigo a muchas partes, apreciando tu manera
de ser, la forma en que mirabas todo con ilusión y color, viendo lo bueno en
cada cosa, incluso donde yo no veía nada más que desesperación, tu veías
salvación.
No
estoy seguro de cómo, no tengo necesidad de averiguarlo tampoco, pero creo que
hasta mi triste y negra existencia, comenzó a llenarse de color. Mis ojos que
eran de un rojo sucio, al fin tenían brillo, antes no tenía nada, no podía
discriminar lo que me rodeaba, estar contigo me hizo ver, darme cuenta, cuan
impuro era. Me daba asco a mi
mismo. No quería ensuciarte.
Por
primera vez sentí en mi interior, una mota de duda, un ápice de luz… el
nacimiento de un deseo en mi corazón destrozado por maldad. Yo quería
protegerte, abrazarte, tocar tus mejillas rosadas, y que siguieras viéndome con
esa sonrisa y esa mirada tan misericordiosas.
A
punto de darte la mano, de tocarte por primera vez, me detuve, tuve miedo, no
quería ensuciarte, no quería arrastrarte conmigo. Mi entidad no tiene derecho a
sentir todo esto, no tengo derecho siquiera a protegerte.
Soy
un destructor de almas, un devorador de inocencia, un inductor de malos
pensamientos. ¿Cómo podría tocarla con estas manos? Con estas manos inmundas y
manchadas de tanta sangre. Con estas garras negras que descuartizan la
esperanza.
Desistí.
Lo mejor para ti si quiero cuidarte es que desaparezca de tu vista. Que no te
deshonre con esta piel infectada. Solo me queda protegerte desde lo lejos, de
aquellos que son como yo, que solo querrán apagar tu luz. Por que eres el sol
para mi y no quiero que te extingas, me iré despacio.
Te
dije gracias, y escondiendo todo dolor,
quise emprender mi camino. Pero… sostuviste mi mano, sin dejarme ir, sin
importar si te manchabas. Con lágrimas y sonrisas que yo no podía comprender me
pediste que no me fuera, que me quedara ahí contigo, que nada más te importaba
solo quedarte conmigo. Y yo no entendí…
No
entendí como era posible, que alguien como yo pudiera ser amado por una persona
como tu, tan llena de vida y de sueños. Y por eso te pregunté. “¿Porqué me
salvas?” y amablemente respondiste: “porque me enamoré de ese rostro lleno de
lágrimas y porque solo quería que sonrieras para mi”
Fue
esa respuesta la que salvó mi corazón, la que me hizo enamorarme de ti, porque
incluso para mi, había alguien que esperaba.
Así
gané el coraje que me faltaba para
al fin poder abrazarte. Y de pronto, me vi obligado a verte desaparecer entre
mis brazos. Como un castigo por mi detestable existencia, lo único que adoraba
se me iba de las manos.
En
tus últimos alientos me dijiste: “porque vivía al borde de la muerte, era que
podía verte… ahora aunque tu no puedas verme, siempre estaré en tu corazón”
Frente
a tu sepulcro yo prometí que mi existencia tendría otro sentido y lo sellé con
lágrimas gélidas. Así nací de nuevo y comenzó mi historia…
…
gracias Alexia.”
En
la próxima luna llena mi nombre quedará grabado en tu corazón
Capítulo
1: Todo el que nace tiene un nombre “Vínculo”
- Capítulo
1: Todo el que nace tiene un nombre. “Vínculo”
Contar mi historia me da una sensación de alivio, de esa forma todas las
personas que conocí, sus vidas y proezas, no morirán solo en mis recuerdos.
Puede que para ellos no sea la gran cosa, pero a mis insensibles ojos, cada
pequeña cosa fue pintando mi vacío corazón. Porque gracias a ellos, hoy sé que
existo.
“Para mi, hacer promesas que jamás cumpliría era muy sencillo,
pero esta vez, me encontré con un problema; no podía cambiar sin importar
cuanto quisiera, no sabía cómo.
Estando Alexia cerca, no tenía que pensar que hacer, me dejaba
llevar por su mano, impulsado por sus deseos. Ella era la voluntad que me
faltaba.
Abrumado por estos pensamientos, caminaba sin rumbo por Édessa*1,
hasta que me detuve cerca de un río a observar la puesta del sol, necesitaba un
descanso. De repente, una voz me sorprendió diciendo “¿De dónde eres?” en un
tono muy curioso. Realmente no sabía que contestar, la voz provenía de una niña
de baja estatura, cabello largo, negro y ondulado, piel muy blanca y unos ojos
oscuros, que me decían que no se irían sin una respuesta.
“¿Puedes verme?” repliqué. La joven puso una expresión de
descontento, obviamente lo que dije era muy diferente de lo que esperaba
escuchar. Dada mi apariencia, no me impresiona que sienta curiosidad, pero… la
interrogante mayor está muy clara, ¿Porqué puede verme?
“Claro que puedo, sino no estaríamos hablando” dijo. En ese
momento, las palabras de Alexia volvieron de golpe a mi mente “Porque vivía al
borde de la muerte, era que podía verte…” ¿Será que esta niña esta cerca de
morir?
“Mi nombre es Agnes ¿y el tuyo?” me dijo sin titubear. Durante mi
larga travesía en este mundo he conocido mucha gente extraña, pero es la
segunda vez que me dicen que me ven, y lo hacen con bondad.
“Eres una niña bastante misteriosa. Está oscureciendo y no deberías andar sola,
mucho menos hablar con un extraño como yo” supuse que eso era lo que debía
decirle, ya que es exactamente lo contrario de lo que diría normalmente. “¿No
deberías volver a tu casa?” agregué.
Agnes_ veo que no vas a contestar nada de lo que pregunté. Mis
padres me abandonaron y no tengo a donde volver. Estoy acostumbrada a ver
"cosas" como tu… es por eso que todos me evitan, es así desde que
tengo memoria. A demás estoy segura que no vas a hacerme daño.
“Aún así ¿Por qué estas tan resuelta a saber de mi? ¿No tienes
miedo?” le pregunté.
Agnes_ estás triste y perdido, ¿no es así? Cuando mis padres
se fueron, intenté encontrarlos desesperadamente. Me negaba a pensar que me
habían dejado y mientras corría, no paraba de repetirme que los encontraría a
la vuelta de la esquina y que todo había sido un error. Caminé y caminé hasta
que mis piernas no pudieron más y me dejé caer al suelo. Se como te sientes,
porque así era como me sentía en aquel momento. Solo una persona me ayudó a
levantarme después de eso. Sin su mano, habría muerto ahí mismo.
Increíblemente, esta niña reía con sinceridad. Si bien lo había perdido todo,
no tenía miedos, dudas, está completamente sola y no hay rencor hacia su familia,
se ve a simple vista. Incluso, mientras me dice todo esto, ella… me sonríe, a
alguien como yo; y sin darme cuenta le devolví la sonrisa. Me dio la mano y
dijo:
Agnes_ ella también me salvó, de perderme en la oscuridad, al
igual que a ti. Muy bien, Señor Desconocido, empecemos de nuevo. Mi nombre es
Agnes, Alexia me contó mucho de ti, pero nunca me dijo tu nombre. ¿Cómo te
llamas?
¿Alexia la salvó? No me sorprende. No la imagino dejando sola a una niña
indefensa. Agnes me extendió su mano y pensé “Tal vez, esta niña pueda ayudarme
a descubrir mi nuevo camino” Y sin mas preámbulo le di la mano y le contesté,
“Azriel, solo dime Azriel.”
Agnes_ es un gusto hablar contigo al fin, Azriel. Realmente quería
conocerte. Tengo algo para ti”
Ya está empezando a amanecer.
En nuestro próximo encuentro apreciarás mi silencio, pero aún tengo mucho que
contarte…
Capítulo 2: Una pequeña luz
entre tinieblas. "Desolación”
- Capítulo 2: Una pequeña luz entre tinieblas. "Desolación”
Decidí hacer un alto en contar mis aventuras. Este capítulo quiero dedicárselo
a nuestra nueva compañera, Agnes. Sin ella, nada habría cambiado en mi vida.
Hace años que no la veo y le pedí por medio de una carta, que escribiera por
ella misma un poco de su vida, permítanme leérsela:
“Barcelona, España.
28 de abril de 2012
Querido Azriel:
que grato es saber nuevamente de ti. ¿Cuánto a pasado desde la última ves que
nos vimos? ¡¿56 años ya?!. Realmente no puedo creer como pasa el
tiempo, bueno… tu tampoco, ¿no es verdad? Debes estar igual que siempre.
Me sorprendió recibir tu carta, saber que estas escribiendo un libro me pone
contenta, pero también me hace pensar ¿Crees que lo creerán o qué lo tomaran
como una de esas historias de ciencia ficción? En fin, supongo que no interesa,
para quienes lo lean, de una forma u otra serás tan real como lo eres para mi.
Pero honestamente, incluso yo con 71 años se usar Internet ¿Porqué me mandaste una
carta? Soy vieja pero no inútil.
Dejando todo de lado, quería contarte algo muy curioso que me ocurrió el otro
día; mi hija menor vino a visitarme, está en la dulce espera de mi tercer
nieta, me dijo que le pondrán de nombre, Alexia. Las vueltas que da la vida ¿no
crees? En fin, comenzaré a escribir lo que me pediste.
Nací en 1941, en Megara, cerca de Atenas. Viví hasta los 5 años con mis
padres y mis abuelos. Luego nos mudamos a Edessa, donde nos conoceríamos más
adelante. Desde que tengo memoria he podido ver fantasmas y cosas que las
personas normales no pueden ver. Me parecía muy divertido ver lo que hacían,
aunque siempre desde lejos, no voy a mentirte a estas alturas, algunos daban
miedo. Cuando me di cuenta que podía hablarles, los ayudaba como podía, al
menos eso era lo que intentaba. Tenía 6 años cuando me animé a decirle a un
adulto que había hablado con su hermano fallecido, y que este no podía pasar al
otro mundo porque había algo que quería decirle. Sin embargo, el hombre me
empujó bruscamente hasta sacarme de su casa, me gritó cosas que no entendía en
aquel momento, y sinceramente hoy no recuerdo. Pero sacar a la fuerza a una
pequeña niña de 6 años, es una crueldad, lo mires por donde lo mires. Pero como
era muy testaruda, al igual que ahora, no iba a rendirme fácilmente. Seguí
intentando ayudar a los fantasmas y hablar con más gente, pero siempre me
trataron de loca, jamás me creyeron ni una sola palabra.
Ahora que lo pienso, supongo que solo tenían miedo,
porque siempre fui muy clara y detallista, era imposible que no supieran que
decía la verdad. Los humanos tendemos a evadir la verdad, porque no siempre
podemos con ella, a veces preferimos mentirnos a nosotros mismos, para no
llorar. Pero eso no nos lleva a ningún lado ¿No lo crees? Sigamos.
No pasó mucho tiempo hasta que la gente comenzó a quejarse ante mis padres. Al
principio pensaban que jugaba, que tenía mucha imaginación. Pero todo comenzó a
cambiar cuando les dije que había visto al abuelo. Mi mamá no me hablaba y mi
papá me evitaba a toda costa. En los días siguientes, las cosas en la familia
empezaron a andar mal, o por lo menos eso es lo que querían ver. Los vecinos
nos evitaban, a papá lo echaron del trabajo, mamá enfermaba con frecuencia y
por alguna razón yo era la que recibía los gritos y las acusaciones. Papá me
miraba con frialdad y mamá solo me hablaba para echarme la culpa de las
desgracias.
No era mentira que hablaba con entes y criaturas, pero
nunca fue mi culpa lo que pasó. Mi padre tenía problemas con las apuestas y la
bebida, fue así como perdió su dinero y trabajo; y mamá salía temprano a
trabajar como podía para traer pan a la mesa, por eso enfermaba rápido. Las
cosas siguieron empeorando, incluso ahora también recibía golpes. Hasta que
todo se detuvo y comenzaron a ignorarme por completo. A sus ojos yo no existía.
Al volver una tarde a casa, había extraños viviendo en ella y mis padres
simplemente se habían ido dejándome atrás; los extraños dijeron que mis padres
le habían vendido la casa y se fueron sin decir nada. Las lágrimas salían sin
parar, me engañaba pensando que me había confundido de casa, que estaba
perdida, que me buscaban, que no se habían olvidado de mi; mientras tanto corría
por entre las calles a toda prisa, sin parar de llorar, tratando de divisar a
mamá y papá entre la gente. Cansada, sin resultados, con hambre, y como si las
cosas no pudieran empeorar, comenzó a llover. En vano seguía buscando, hasta
que resbalé por el barro y me lastimé el pie. No recuerdo si seguía llorando,
estaba tan empapada que confundía lagrimas con lluvia. Y me rendí. Pasaron unos
instantes hasta que una mujer me alzó y me llevó hasta su casa. Ninguna dijo
nada, su abrazo cálido fue suficiente para confiar en ella y con mi cabeza en
su hombro me quedé dormida.
Cuando desperté, me encontraba en una cama muy cómoda en una habitación
bastante pequeña, pero muy linda y acogedora. Fue cuando mi salvadora entró por
la puerta con una taza de té caliente; beberlo hizo que mi alma volviera a mi
cuerpo. Desde ese día me quedé a vivir con Alexia. Siempre fue muy buena y
amorosa conmigo; bueno en realidad, siempre fue buena con todos, sin importar
quien fuese y como la tratasen, ella siempre fue amable. Era como un ángel,
pero tu debes saber eso también.
Cinco años después, Alexia ya no era tan ágil como siempre, tropezaba con
frecuencia, se cansaba rápido, su piel empalidecía hasta ser como el papel; fue
cuando me confesó que tenía leucemia y que en el mejor de los casos le quedaba
un año de vida. Muy triste pero resuelta a recuperar su sonrisa, comencé a
ayudarla con los quehaceres de la casa, incluso con su trabajo; así ella podía
descansar un poco más y sentirse mejor.
Una tarde mientras dábamos un paseo por la tarde en el Parque Kioupri, recordó
que había dejado en casa unas flores para una amiga, así que volví por ellas.
Que gran sorpresa me llevé, cuando al volver, vi a Alexia hablando contigo.
Ella no los veía, pero aún así hablaba contigo sin problema. Por mis
experiencias, era peligroso que hablara contigo, ¡pero ella se veía tan feliz!
Iba a intervenir, pero vi como la mirabas y entendí, que no le harías daño. Así
que me senté cerca, esperando el momento justo.
Mientras esperaba, recordé a mi mamá diciéndome, que
cuando tenía dos años, me ahogué en un estanque, y que estuve muerta durante
más de media hora. Nadie sabe como fue que volví a respirar. Probablemente sea
por eso que puedo verlos y el hecho de que a ella le quedara poco tiempo, era
lo único que podría explicarlo. En aquellos tiempos lo que más quería era que
Alexia fuera feliz los últimos momentos que le quedaban, y solo era posible si
estaba contigo. No puedes darte una idea de que tan contenta volvía a casa los
días que te veía, y me contaba muy alegre sus paseos. Pero todo tiene un final,
y una noche me dijo “si el día de mañana no pudiera volver a casa, prométeme
que lo buscarás, el va a cuidarte muy bien, y tu lo cuidarás también, Agnes… muchas
gracias por todo” y luego se quedó dormida. Esa noche hacía frío.
A la mañana siguiente, sentí un beso en la mejilla que me despertó y sonriendo
pero sin decir nada se fue. Me vestí rápidamente y corrí a buscarla, otra vez
me quedaría sola, sin siquiera despedirme y decirle cuanto significó para mi.
Cuando la encontré estaba entre tus brazos, habiendo cerrado sus ojos para no
abrirlos nunca más.
Al terminar la ceremonia de entierro, dejé rosas blancas en su tumba, ya que
eran sus favoritas, y fui a buscarte como prometí. El resto lo sabes bien, no
planeo quitarte el crédito por tu libro, a demás si sigo escribiendo lloraré
más que aquel día, y me juré recordarla con la misma sonrisa con la que ella se
fue. Gracias a Alexia cambié mi forma de ver las cosas, por ti encontré
algo por lo que valía la pena vivir. Siempre te estaré agradecida.
Espero que esto sea lo que me
pediste. Estaré esperando tu libro. Tu amiga siempre.
Agnes”
Está oscureciendo. En nuestro
próximo encuentro, asegúrate de ver bien mis ojos…
encontrarás algo interesante”
Capítulo 3: Aprendiendo a caminar
de nuevo. “Determinación” 27/5
Atte. Lady Rose Michaelle